¿Cuando estará Cuba “en su punto”? Entrevista a Milena Rodríguez Gutiérrez

Andrea Gremels

Andrea Gremels: Cuba se está abriendo. ¿Que significa esto para los cubanos que viven dentro y fuera del país?

Milena Rodríguez Gutiérrez: Bueno, quizás sería apropiado precisar que es el gobierno cubano el que al parecer empieza a abrirse; los cubanos siembre hemos estado abiertos a muchas cosas. Pero sí, Cuba se está abriendo, y esta es una buena noticia, sin duda. Aunque lamentablemente esta apertura es bastante tímida e incompleta. Hay que alegrarse de que se reestablezcan las relaciones con Estados Unidos, después de más de medio siglo; al menos, ese es mi punto de vista. Sin embargo, esto no ha redundado en una mejora para los cubanos de dentro; al menos, no todavía. Por otra parte hay ahora, sí, mayores posibilidades para que los cubanos de dentro y de fuera viajen al exterior o entren a la isla: se ha suprimido el llamado permiso de entrada y de salida, una aberración que no existe en ningún país del mundo; pero sigue habiendo restricciones: el Gobierno cubano sigue teniendo el poder de decidir si autoriza o no la entrada o la salida de un ciudadano cubano (ya no lo hace a través del permiso, sino habilitando, o no, el pasaporte cubano); y hay circunstancias recientes que evidencian que, si así lo considera, el gobierno cubano continúa sin otorgar esta autorización; si pensamos exclusivamente en el mundo de la cultura, ahí está lo sucedido al poeta Néstor Díaz de Villegas, a quien el gobierno cubano no permitió entrar en la isla para participar en mayo en la XII Bienal de Artes Plásticas de La Habana, y esto a pesar de ser el autor del catálogo de una de las exposiciones más relevantes de la Bienal, la del pintor cubano Gustavo Pérez Monzón; y ahí tienes también el ya célebre caso de la artista plástica Tania Bruguera, a quien se le retuvo el pasaporte, impidiéndosele durante meses la salida de la isla. Estos y otros casos muestran también que la libertad de expresión continúa sin ser un derecho respetado en Cuba: Tania Bruguera, o el grafitero El Sexto, son artistas que han sido detenidos y acusados en Cuba (El Sexto, por cierto, continúa aún en la cárcel1) durante el último año por intentar expresarse a través del arte. En ningún país democrático sucedería algo similar.

Gremels: ¿Cuáles son tus vínculos personales, poéticos y académicos con Cuba?

Rodríguez Gutiérrez: Mis vínculos con Cuba son muchos, de índole personal, sentimental, poética y académica. Nací, estudié, viví en Cuba muchos años, infancia, adolescencia, juventud; años que marcan muchísimo. Sigo sintiéndome cubana, sin duda (aunque quizás me tomo mi cubanía con mayor tranquilidad que cuando vivía en la isla). Mis padres y buena parte de mi familia residen y trabajan en Cuba. Viajo a la isla con cierta frecuencia e intento participar también en actividades académicas que allí se llevan a cabo. Una de mis principales líneas de investigación es la poesía cubana y el trabajo de las poetas cubanas (de dentro y de fuera), por lo que busco estar en contacto con lo que se está escribiendo en la isla. Colaboro con especialistas como Luisa Campuzano, directora del Programa de Estudios de la Mujer de la Casa de las Américas, quien forma parte del Proyecto de Investigación sobre poetas hispanoamericanas que dirijo en la actualidad, “Las poetas hispanoamericanas: identidades, feminismos, poéticas (siglos xix–xxi)”,2 financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad de España. El año pasado, por ejemplo, viajé a la isla como invitada a la Semana de Autor organizada por la Casa de las Américas en homenaje a Fina García Marruz; también pude presentar, con bastante retraso, es cierto, la antología Otra Cuba secreta, de poetas cubanas, que publiqué en 2011;3 fue un acto del que guardo un bonito recuerdo, por las palabras del poeta Víctor Fowler en la presentación del libro y porque estuvieron presentes algunas de las escritoras antologadas: Lina de Feria, Nancy Morejón, Soleida Ríos, Wendy Guerra. Mis vínculos poéticos como autora son más difusos; he sido incluida en un par de antologías temáticas publicadas en Cuba, una dedicada a Luis Rogelio Nogueras; la otra, a Gastón Baquero. Pero, desde luego, la poesía cubana es para mí una referencia fundamental en mi escritura.

Gremels: Milena, un poemario tuyo se intitula El otro lado.4 ¿En qué sentido ha cambiado tu perspectiva sobre Cuba, viviendo en España?

Rodríguez Gutiérrez: Mira, mi perspectiva sobre Cuba ha cambiado sin duda desde que vivo en España, y vivo en España desde hace casi 18 años; en concreto, desde 1997. Cuando te distancias físicamente, las cosas se ven de otra manera: ves cosas que antes no veías, comparas también con lo que ocurre en otros lugares; sobre todo, con lo que sucede en el nuevo país en el que vives. La implicación afectiva no deja de existir, pero digamos que varía. Uno adquiere algo así como una identidad que ya no está fija, sino en movimiento; una identidad traslacional, para decirlo con los términos de un escritor cubano-americano al que admiro, Gustavo Pérez Firmat.

Gremels: ¿Cuáles han sido los provechos, contratiempos y sacrificios de haber salido de Cuba para tu obra y vida intelectual?

Rodríguez Gutiérrez: El principal provecho es esa distancia de la que te hablaba; me siento mucho más libre, en todos los sentidos, desde que salí de Cuba. Hay razones políticas, sin duda, porque la libertad no abunda en la isla, cuyas circunstancias geográficas acentúan la sensación de encierro. Pero no se trata sólo de cuestiones políticas: mi experiencia vital, y creo que también la experiencia de la escritura, se ha enriquecido. Sacrificios, pues no sé, no creo que tenga derecho a hablar de sacrificios, cuando me parece que son mucho mayores los que hay que hacer cuando se decide seguir viviendo en la isla. Pero hay pérdidas, sin duda. Y sensaciones extrañas que insisten; por ejemplo, esa experiencia de “verse vivir”, como dijera José Solanes en su excelente libro Los nombres del exilio.5 Y claro, ciertos contratiempos, vamos a llamarlos así: el lado negativo de no vivir en tu país de origen, la des-ubicación o la des-localización; que no te consideren allí una poeta o una crítica cubana, o que no sepan muy bien dónde ubicarte; y que donde vives tampoco tengan muy claro cómo considerarte; pero ese contratiempo lo han sufrido casi todos los exiliados, emigrados, transterrados. Ya lo dice Cristina Peri Rossi, quien se sabe extranjera para los uruguayos, y también para los españoles.

Gremels: ¿Cómo te sitúas, siendo crítica literaria y poeta cubana que vive y escribe en Granada, dentro de lo que se llama la diáspora cubana?

Rodríguez Gutiérrez: Podríamos decir que en Granada vivo la diáspora cubana en solitario. Esta es una ciudad pequeña, y aunque residen cubanos, por supuesto, no existe propiamente una comunidad cubana, menos aún una comunidad cubana que se ubique dentro del ámbito de la literatura o de la poesía, como sí ocurre en Madrid o en Barcelona. En el terreno de la crítica literaria o del mundo académico la soledad es la misma o incluso mayor. Así que mi vivencia de eso que se llama la diáspora cubana es, digamos, bastante individual o sucede más bien en mi cabeza; aunque sin duda se actualiza y se expande cuando tengo la posibilidad de compartir con amigos cubanos, fundamentalmente del mundo de la literatura, que visitan la ciudad; o cuando viajo a Madrid o a otros lugares; eso ocurre de vez en cuando.

Gremels: En el año 2011, editaste una antología sobre las poetas cubanas del siglo xix y xx: Otra Cuba secreta: Antología de poetas cubanas del xix y del xx. Por un lado, lo interesante de esta antología es la perspectiva de género, con la que creas un espacio para la poesía escrita por mujeres, por el otro es el intento de superar “las omisiones del exilio”,6 es decir de incluir a las poetas contemporáneas de la diáspora. ¿Cómo surgió este proyecto y qué experiencias hiciste en su realización?

Rodríguez Gutiérrez: Gracias por tus palabras sobre la antología. Se trata de un proyecto muy querido por mí; es el trabajo de investigación más amplio que he llevado a cabo y uno de los más profundos, aunque el formato de antología colectiva no permita todo el desarrollo que merecería el tema. Quizás resulte extraño, pero el proyecto de esta antología es muy antiguo; empecé a pensar en ella en 1998; es decir, apenas un año después de llegar a España, pero en aquel momento no me sentía preparada para llevarla a cabo. La idea fue asentándose y tomando cuerpo con el paso de los años. En 2004 obtuve un contrato de investigación postdoctoral de la Junta de Andalucía que llevé a cabo en la Universidad Autónoma de Madrid, apoyada por el catedrático de Literatura Hispanoamericana Teodosio Fernández, y el tema que elegí fue el de las poetas cubanas; fue en ese momento cuando comencé un trabajo más serio en torno a estas autoras, sobre todo alrededor de las poetas del siglo xix. Fueron dos años en los que tuve la posibilidad de investigar directamente en la Biblioteca de la AECID, que es la biblioteca que en España tiene una colección más amplia y relevante sobre América Latina. Encontré textos, antologías, poemarios, artículos críticos. Según leía a las poetas, y también a los críticos, iba dándome cuenta del valor de los textos, pero también de determinados prejuicios críticos, de las omisiones o los blancos que dejaba la crítica en torno a muchas autoras; insisto en que fundamentalmente en torno a las del xix, pero también respecto a las del xx. En esos años descubrí la excelente edición de la poesía de Mercedes Matamoros, que acababa de publicar Catharina Vallejo en 2004 en Cuba,7 que me permitió acceder a la obra de una autora mucho más interesante y rica que lo que nos dicen las antologías y los pocos estudios sobre su obra. Estuve investigando después en la magnífica Cuban Heritage Collection de la University of Miami, donde conté con el apoyo de Esperanza B. de Varona y Lesbia Varona; y también en Cuba, revisando materiales en varias bibliotecas, como la Nacional o el Instituto de Literatura y Lingüística; un trabajo hecho con muchas ganas y toda la precariedad que imponen las bibliotecas cubanas, donde apenas hay nada digitalizado, casi siempre tienen rotas las poquísimas fotocopiadoras e incluso te cobran por hacer fotos con tu propia cámara; por suerte, allí tuve la gran ayuda de mi madre, Virgen Gutiérrez, para la búsqueda de materiales. Fui madurando la idea de la antología; y dándole vueltas a cuestiones que me parecían esenciales y en las que me interesaba ahondar en el libro; menciono algunas de ellas: la gran significación de la obra de la controvertida Gertrudis Gómez de Avellaneda; la recuperación de textos y autoras del xix, especialmente de la obra escasísimamente conocida de Mercedes Matamoros; en el siglo xx, por otra parte, me parecía fundamental recuperar textos de poetas exiliadas, apenas difundidos en la isla; algunos publicados en Cuba, como el mítico La marcha de los hurones, de Isel Rivero o el Juego de damas, de Belkis Cuza Malé; y otros editados en el exilio, como Hemos llegado a Ilión, de Magali Alabau,8 o algunos textos de Nivaria Tejera. Algunos presupuestos que me guiaron en el trabajo fueron: el propósito de explorar esa tradición otra de la poesía escrita por mujeres en Cuba (tradición que para mí no anula la llamada tradición por antonomasia); acercarme a la elaboración que ellas hacían de lo cubano (¿por qué se prestaba atención a tan pocas autoras en Lo cubano en la poesía, de Cintio Vitier, el ensayo canónico sobre la poesía cubana;9 sólo dos poetas del xix merecían estar allí? me preguntaba); mirar a la isla pero también al exilio y la diáspora, es decir a donde quiera que estuvieran las poetas cubanas; y por último, finalizar mi trabajo de investigación con la obra de Reina María Rodríguez, autora con una obra plenamente consolidada. En 2008 hablé de este proyecto a Pío Serrano, director de la Editorial Verbum, a quien agradezco su interés por el mismo. En 2009 la propuesta obtuvo una ayuda a la edición de la Dirección General del Libro del Ministerio de Cultura de España y gracias a esta circunstancia el libro pudo publicarse en 2011. Mi propuesta era editar dos volúmenes, con una muestra más amplia de textos; un volumen dedicado al siglo xix y otro al xx, pero por razones económicas no pudo hacerse de ese modo. No obstante, creo que el resultado final consigue mi principal propósito: ofrecer una selección suficientemente amplia de la poesía cubana escrita por mujeres y poner en valor esta escritura.

Gremels: ¿Cómo ves la situación de las poetas en el exilio desde una perspectiva de cambio?

Rodríguez Gutiérrez: Supongo que te refieres a si estas autoras van a ser publicadas, o reconocidas en Cuba a partir de estas nuevas circunstancias. Es una pregunta difícil de responder. Me parece que pasa lo mismo con las poetas del exilio que con los poetas; quizás, con la particularidad de que los olvidos suelen ser mayores cuando se trata de mujeres, sea en el ámbito de la poesía y la literatura o en cualquier otro. No es la primera vez que en Cuba se produce una situación de supuesto cambio. En los 90, con el llamado Período Especial, hubo cierta apertura en Cuba; quizás incluso mayor o más profunda que la actual en el ámbito de la cultura y la literatura, o al menos esa es mi impresión. En 1999, por ejemplo, Jorge Luis Arcos publicó Las palabras son islas, antología esencial de la poesía cubana del xx;10 y la primera que en la isla incluyó nombres de autores del exilio, masculinos y femeninos, como Gastón Baquero, Eugenio Florit, José Ángel Buesa, Lorenzo García Vega, Heberto Padilla, José Kozer, Isel Rivero, Roberto Valero, Magali Alabau, Lourdes Gil, Iraida Iturralde, entre otros. En 2001 Efraín Rodríguez Santana publicó la primera antología de Gastón Baquero en la isla; y Arcos editó también la primera de José Kozer. Cabría pensar que en todos estos años se debería haber normalizado, hasta donde es posible, la publicación de autores del exilio; pero lo cierto es que no es así. Sigue siendo arbitraria, enigmática y de impredecibles consecuencias, como muchas cosas en la isla. Y sigue habiendo autores totalmente prohibidos, como Reinaldo Arenas, Gustavo Pérez Firmat, o Antonio José Ponte. El año pasado, el escritor y periodista Carlos Velazco tuvo que renunciar como jefe de redacción de la revista UNIÓN por publicar a un escritor del exilio, Vicente Echerri. Volviendo a las poetas, te pongo un ejemplo reciente. En 2013, las poetas y críticas Ileana Álvarez y Maylén Domínguez editaron en Letras Cubanas una antología, La catedral sumergida, que es un panorama de la poesía cubana contemporánea escrita por mujeres, y que tiene, entre otros, el mérito de incluir a autoras de dentro y de fuera de la isla. Aunque sin duda hay nombres significativos (recuerdo ahora los de Lourdes Gil, Juana Rosa Pita, Carlota Caulfield, o Alexandra Molina), paradójicamente, algunos de los nombres más relevantes de las poetas del exilio están ausentes: Isel Rivero, Magali Alabau, Nivaria Tejera, Belkis Cuza Malé, o María Elena Cruz Varela. Es cierto que, en este caso, por lo que conozco, fueron las propias autoras las que rechazaron aparecer en el libro. Pero hay que entender que se trata de escritoras que sufrieron directamente la represión en la isla; la cárcel, incluso, en algunos casos. Al final, tenemos así una antología incompleta, con blancos muy notorios; pues nombres que no deberían faltar en una antología de la poesía cubana (sea o no de género) no están, por motivos que remiten a la política. Por mucho que se avance, por excelente propósitos que tengan ciertos estudiosos y críticos, estas circunstancias anormales seguirán repitiéndose, no desaparecerán mientras el cambio siga siendo una especie de maquillaje en la cara de la isla; un hecho que no supone reflexión ni reparación hacia las víctimas; mientras Cuba, en fin, no sea un país verdaderamente democrático, como los demás; con un derecho real a la libertad de expresión y con editoriales verdaderamente independientes.

Gremels: ¿De qué manera hacen el cambio y la apertura repensar las cuestiones del canon literario de Cuba, tanto desde una perspectiva del exilio como del género?

Rodríguez Gutiérrez: Bueno, como antes te he dicho, considero que el cambio y la apertura en Cuba son muy relativos, queda aún mucho camino. Pero pienso que el canon literario cubano tendrá modificaciones significativas cuando se produzca el verdadero cambio en la isla; pues se trata de un canon muy marcado por lo político. Hay autores que probablemente desaparecerán, que saldrán del canon. Con respecto al exilio, creo que tendrá que haber una especie de debate, de diálogo intenso, por parte de los lectores y de la crítica, con los autores exiliados, vivos o muertos; algunos rechazados, otros desconocidos o muy mal conocidos en la isla. El canon interior tendrá que abrirse, como la isla, a esos escritores, hombres y mujeres, que hicieron su obra en otros lugares, que siguieron recordando, o no, desde esos sitios lejanos, la isla; que la añoraron o la maldijeron. Si lo cubano, entiéndase como se entienda, sigue teniendo un peso en el canon de la isla, y pienso que seguirá teniéndolo de algún modo, hay escritores del exilio que no podrán faltar en ese canon cubano del siglo xxi, ese canon que imagino plural, permeable, diverso: Reinaldo Arenas, Guillermo Cabrera Infante, Gustavo Pérez Firmat, Abilio Estévez, Antonio José Ponte; y entre las poetas, Isel Rivero, Magali Alabau, Lourdes Gil, Damaris Calderón. Habrá, sin duda, otros nombres.

Gremels: En tu poema “Preguntas desde el otro lado de la cocina”, la primera estrofa dice:

Cuál es la temperatura de un país
Cuánta sal hay que echarle,
o cuánta azúcar,
para que esté en su punto?

Me hizo pensar: ¿Cuándo estará Cuba “en su punto”?

Rodríguez Gutiérrez: Es difícil decir cuándo estará Cuba “en su punto”. Yo, al menos, no puedo decirlo y me temo que casi nadie puede saberlo. Por otra parte, te agradezco que recuerdes este poema mío. Siempre me ha gustado el juego entre poesía y cocina. Hago otro intento de acercarme a esta relación, de otra manera, en el poema “El pan nuestro de cada día”,11 incluido en mi primer libro. La cocina, pienso, es una metáfora muy interesante para la literatura, para la poesía, para el conocimiento. Ya lo decía Sor Juana: “Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito”. Pero prefiero no comentar mis propios versos; eso queda para los lectores.

*

Preguntas desde el otro lado de la cocina

¿Cuál es la temperatura de un país?
¿Cuánta sal hay que echarle,
o cuánta azúcar,
para que esté en su punto?
¿Debe hervir un país
o debe cocinarse a fuego lento?
Y sobre todo, quién se atreve
a probarlo y decir:
– Está ya listo.
Traigan sus platos, por favor,
y buen provecho.12

*

Cuba

Cuba es ese instante eterno en el que no supe quedarme. Cuba es esa mansa costumbre de cuatro letras que uno no se puede sacar de dentro, que repite cada día, como repite el gesto de andar, o de quedarse solo, o de mirar la lluvia cuando cae. Cuba es el otro lado del laberinto, o el laberinto mismo, o el hilo que nos lleva a él, o a ninguna parte. Cuba es el mar con alma, dolido, con más azul del que puede resistir, con más olas que las que puede mover: Cuba-isla. Cuba-niña perdida. Cuba-casa solitaria. Cuba-viuda triste. Cuba es ese pedacito de sol en el que todos están durmiendo. Cuba es el sueño grandioso de un hombre pequeñito, sin más voz que su voz, sin más brazos que sus brazos, sin saber ya qué inventar para tenerla toda, para rodearla entera, para poder subir hasta su nombre.13


  1. El Sexto fue liberado el 20 de octubre de 2015, después de 10 meses en la cárcel y sin que fuera llevado a juicio. El 29 de septiembre de 2015 fue declarado por Amnistía Internacional prisionero de conciencia.

  2. “Las poetas hispanoamericanas siglos xix–xx: identidades, feminismos, poéticas”, consultado el 22/09/2015, http://proyectopoetashispanoamericanasxix-xxi.com.

  3. Ed. Milena Rodríguez Gutiérrez, Otra Cuba secreta: antología de poetas cubanas del xix y del xx (Madrid: Editorial Verbum, 2011).

  4. Milena Rodríguez Gutiérrez, El otro lado (Sevilla: Editorial Renacimiento, 2006).

  5. José Solanes, Los nombres del exilio (Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1993).

  6. Milena Rodríguez Gutiérrez, “Introducción: ¿Por qué una antología de poetas cubanas?,” en Otra cuba secreta, 39.

  7. Mercedes Matamoros, Obras, 1892–1906, ed. Catharina Vallejo (La Habana: Ediciones Unión, 2004).

  8. Isel Rivero, La marcha de los hurones (La Habana: Imprenta C.T.C. Revolucionaria, 1960); Belkis Cuza Malé, Juego de damas (Cincinnati: Término Editorial, 2002); Magali Alabau, Hemos llegado a Ilión (Madrid: Editorial Betania, 1992).

  9. Cintio Vitier, Lo Cubano en la poesía (La Habana: Universidad Central de Las Villas e Imprenta Úcar García, 1958).

  10. Ed. Jorge Luis Arcos, Las palabras son islas: panorama de la poesía cubana del siglo xx (1900–1998) (La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1999).

  11. En: Milena Rodríguez Gutiérrez, El pan nuestro de cada día (Granada: Universidad de Granada, 1998).

  12. Rodríguez Gutiérrez, El otro lado, 64.

  13. Rodríguez Gutiérrez, El otro lado, 65.





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